sábado, 28 de abril de 2007

ANTIGUA II

Como digo, nos levantamos a las seis y nos largamos a desayunar a Las Palmas, un lugar que conocía Pablo, lindo, desayuno opíparo, como siempre, fruta, zumos, creps, de todo un poco y ya repuestos, los estómagos, empezamos a patear la ciudad.

En ello estábamos, cuando de pronto decidimos que era mejor recorrerla en carruaje de caballos y alquilamos dos, al tiempo que los conductores nos explicaban toda las maravillas de esa ciudad, sacamos bastantes fotos.

Cuando acabo el recorrido empezamos a visitar una iglesia y allí nos salió un guía espontáneo, que nos vió la cara de pardillos y como ingenuos caimos en su trampa, si bien es cierto que nos enseñó los monumentos con todo lujo de detalles, que para eso era un guía profesional, nos metió una buena clavada, después de conocer unos cuantos sitios fuimos a comer aun restaurante en donde quedamos con María que ya había regresado de Mexico a donde había ido a pasar la Semana Santa, un encanto de chica, simpática, muy agradable.

Después de comer visitamos la Casa del Jade y al lí compramos algunas piezas, luego ¡ por fin!, llevábamos dos días sin comprar, nos llevaron al mercado artesanal, en la otra punta de la ciudad y allí pues nos dedicamos a lo que mejor sabemos hacer, comprar, comprar y comprar.

Camisetas, máscaras, manteles, más camisetas.
Camisas, zapatillas, ajedrez, más camisetas
Pañuelos, más manteles, más máscaras, más camisetas

Y así hasta que ya nos tuvimos que ir porque era de noche y habíamos quedado con Gerardo que nos recogería en el hotel a las siete de la tarde, salimos del mercado sobre las siete y cuarto por lo dicho anteriormente y porque estaban cerrando que si no todavía estaríamos comprando.

Nos subimos todos en la furgo y nos marchamos todos a casa de María, allí conocimos a Idoia, una chica de San Sebastián, estuvimos un ratito y con la misma nos fuimos para Guate.

El regreso no fue muy largo porque era de noche, ya no era hora punta y tardamos como una hora ( 45 km), llegamos sobre las nueve o algo más fuimos a casa de Pablo a recoger las maletas que le habíamos dejado el primer día y allí mismo preparamos las que nos íbamos a llevar en la siguiente parte del viaje, en la que el no podía estar con nosotros porque tenía que trabajar.

Entre deshacer maletas, preparar las nuevas, llevarlas al hotel, al Casa Veranda, nuevamente, pues cuando quisimos ir a cenar ya estaba todo cerrado, así y todo salimos, que para eso habían venido a vernos, Pedro el chapín (estudió con Pablo el master en Santander) y Gustavo el venezolano, dos chicos muy majos.

Debajo de casa de Pablo había un bar abierto y nos fuimos a tomar unos cubatas y demás bebidas espiritosas, estuvimos allí lo que duran dos rondas, y ya que no podíamos comer pues por lo menos no morirnos de sed.

Después ya nos fuimos para el hotel, pues como simpre, teníamos que madrugar, era nuestro sino.

Pablo y los amiguetes creo que siguieron su ronda por otros lados.

Al día siguiente, empezábamos la gran aventura, por nuestra cuenta, ya no teníamos ni a Pablo ni a nuestro sonriente Gerardo, pero esa ...... es otra historia.

ANTIGUA

El Sábado Santo, despúes de una prolongada espera a nuestro sonriente chofer Gerardo, nos dirigimos hacia Antigua, unos dos o tres horitas de marcha.

El trayecto tuvo de todo, diversión, jolgorio, calentamiento de la "jargoneta".

Salimos de Pana y comenzamos a subir una empinada cuesta, pero pindia, pindia, como decimos aquí y con unas curvas que ya quisieran para sí las hoces de Bárcena, lo que vivimos y vimos durante ese trayecto fue el punto divertido de la jornada (para nosotros), no creo que para la gente que bajaba al lago y tenían una caravana de veinte km, lo fuera, pero la verdad es que neo se les veía muy molestos.

Veinte km de caravanas de coches, furgonetas, camionetasy coloridos autobuses (guaguas), atestados de gente y digo bien, atestados.

En los coches, digo carros,( no se puede decir coche) iban más de seis personas, en las furgonetas como la nuestra, que son para once personas iba alguna más, las camionetas iban abarrotadas, gente en la cabina, en la caja, por los estribos, los autobuses llevaban gente hasta en el techo , en donde se ponen las maletas, las motos con cuatro personas, bueno que decir, cuando de pronto vemos que una persona iba al lado de una camioneta y cuando esta paraba en la cuesta hacia abajo, ponía una piedra en las ruedas delanteras para frenar, nos quedamos muertos.

Lo mejor fue cuando vimos que era una práctica habitual, ya el jolgorio se convirtió en descojono. Otros paraban para estirar las piernas, comer o lo que deseaaran enese momento y solo orillaban el carro, con lo cual los que venían detrás tenían que invadir el carril izquierdo, es decir por donde subíamos nosostros.

¡Qué manera de jugarnos la vida!, aquello es un rally, a poca velocidad, ciertamente, pero cada uno circula, adelanta y hace lo que le da la real gana, eso si nadie pita.

Si adelantas y ves que alguien viene de frente pues es otro frena un poquito, se orilla y tu te metes en algún hueco, o sigues, tú mismo, nadie se enfada.

Cuando ya habíamos conseguido remontar la cima, y divisar durante todo ese camino el lago en cada recodo, empezamos a tener un ratito de niebla (como en el Escudo), con lo cual no pudimos ver nada de paisaje, pero bueno ya el camino era cuesta abajo, jaja, aquí empieza la juerga, se nos calienta la furgoneta, parada en mitad de lo que parecía una cantera y bueno pues vamos a aprovechar para estirar las piernas, bajamos y ...... fue estirarnos y encogernos, en un segundo ¡hacia un frío de cojones!, menos mal que teníamos a mano todo lo que no nos cabía en las maletas, a saber: alguna chaqueta de algún mercadillo, de chandal, chubasqueros, en fin, pudimos pasar el trago.

Ya luego pudimos seguir viaje y llegamos sobre las dos de la tarde a Antigua.

Esta bella ciudad, se halla a cuarenta y cindo km de la capital, es una hermosa ciudad colonial y fué la antigua capital hasta que fue derruida una vez más por un seismo, allá por el año de 1773, se llamó Santiago de los Caballeros de Guatemala.

Tiene edificiones de gran belleza, unos en pie y otros semiderruidos por los constantes terremotos, conventos, monasterios, templos, hospitales, todos ellos de piedra, construidos durante los siglos XVI y XVII, sus hermosas casas, pintadasde añil, ocre, bermellón, y además era Semana Santa, procesiones, alfaonbres hechasde arena pintada y flores y frutas, una fusión de las tradiciones católica y maya que dan un colorido impresionante a la hermosa ciudad.

Nos alojamos en el hotel La Sin Ventura, un pequeño hotel, situado en pleno centro de la ciudad, al ladito del Parque Central,

Lo primero fue dejar las maletas y salir a comer, fuimos de nuevo a un retaurante ORALE, pero nada que ver con el de Pana, luego fuimos a concoer la ciudad antes de que anocheciera, estuvimos viendo algún que otro templo, y la biblioteca que una semana antes habían inaugurado los Reyes de España, allí en esa biblioteca trabaja María, una chica burgalesa, que vive en Santander, desde el alto de un templo divisamos los volcanes del agua y del Fuego, que por cierto soltaba humo y con la misma a la vez que regresábamos al hotel, vimos una procesión que pasaba por allí y
volvimos al hotel al anochecer, pues teníamos reservada cena en el Hotel Santo Domingo, antiguo convento.

Descansamos sobre hora y media, nos arreglamos y marchamos andando hasta el hotel, por aquellas calles empdedradas, que te transportan a otra época, aquellos balcones sobresalientes de las casas, en los que te dejas los hombros, la cabeza, y hasta los cuernos (caso de tenerlos) y llegamos al máginifo hotel Santo Domingo.

Expléndido, aquello si es otro mundo, lujoso, soberbio, una decoración de ensueño, cuadros, esculturas, fuentes, jardines, capilla, con una magnífica alfonbra hecha de flores,hasta la vestimenta del personal ,sobre todo el de ellas, unas túnicas de hilo, que enseguida decidimos que debía ser el aspecto que presentaban los antiguos mayas de la élite, los ricos, pero igual no, no sabemos pero es igual nosotros ya lo habíamos decidido.

Decidimos cenar algo conocido, porque los platos tenían nombres raros y ya estábamos un poco hartos de carne y salsas, pués tomamos ensaladas, langosta, algunos lomitos (solomillo) y cosas así, cuando de pronto vemos aparecer una especie de fraile, con capucha y todo, echando incienso por todos lados, flipábamos, estuvo infectando de incienso todo el jardín y con la misma se fué, yo que fuí la pirmera en verle, casi me caigo de la silla, como estábamos en un convento pensé, ¡joer, la Santa Compaña!, vaya susto.

Despúes de la cena, a la que por cierto nos invitó Pablo, regresamos andandito al hotel, nos fuimos a dormir, porque por supuesto, pensábamos madrugar, cosa que hicimos, como siempre a las seis.

viernes, 27 de abril de 2007

LAGO ATITLAN 2ª PARTE

El lago Atitlán, que decir, una maravilla de la naturaleza, volcanes rodeando el lago que fue volcán, pueblitos indigenas con sus pequeñas casas y sus grandes mansiones ( no de los indigenas).

Amaneció un precioso día de Viernes Santo como siempre, a las seis de la mañana, y empezamos a llamarnos por la puerta del jardín, como los chicos no habían cenado (los pequeños), tenían un hambre voraz y enseguida bajamos a desayunar, con la misma fuimos al cajero, sacamos pelas y enseguida nos surgió por allí un barquero que nos paseaba por el lago.

Como siempre, y como se dice por aquí desde que ensillas hasta que montas, pues busca a uno en donde estan los crios, quien falta ahora, fulano se fue al mercadillo a compar, joer, siempre igual, cuando aparecía fulano galtaba mengano y así , pues las diez de la mañana, al lago con el barquero.

El barquero nos fijo un trayecto, le pagamos y nos dejo con el capitan de yate, jaja
y claro, hablando con él decidimos cambiar la ruta y hacerla, pura casualidad lo juro, justamente al revés.

Primero fuimos a Santa Catarina Palopó, un pueblito en la ribera del lago en el que había unas preciosas alfoombras hechas de arena,, flores y frutas con unos bellos dibujos (son unos artistas)

Sacamos fotos varias, muchas para ser más exactos, y después de comprar chucherias varias a los niños- seño por favor, comprame algo- volvimos a embarcar rumbo a unas aguas termales cerquita de allí.

Las aguas termales eran estupendas o te pelabas o te helabas, una cosa increible,se bañaron Jose, Victor, David, Pablo y Laura, y luego, que descojono no podían volver a subir al barco, hubo que hacer mil maniobras para acercarnos a las rocas para recogerlos.

Después del chapuzoón nos acercamos hasta Santiago Atitlán, un pueblo más grande que Santa Catarina y allí, en cuanto pusimos un pie en tierra, aparecieron los niños, yo salí de estampida, no podía soportar aquello, se me encoge el corazón.

Nada más salir del embarcadero, se nos acercó un crio, que nos dijo se llamaba Pedro y que por treinta quetzales ( tres euros) nos llevaba d e visita por el pueblo, nos servía de guia y nos llevaba al mercado o a donde quisieramos,por supuesto lo aceptamos.
Nos llevó a visitar la iglesia en la que se estaba celebrando una ceremonia en Tzu'tuhil, su idioma, porque allí en el lago se hablan cuatro dialectos diferentes pero se entienden entre ellos en español

Luego visitamos al MAsimon, un personaje entre cristinao y precolombino, nos llevó al mercado y allí, nos dedicamos a lo que más nos gusta, COMPRAR, compramos trajes indigenas de hombre y mujer,más camisetas, sombreros, de varios tipos, más camisetas, máscaras, cintuones, postales, cintas para los sombreros, más camisetas, artilugios de madera (joyeros los llamaban)más camisetas y así hasta que nos fuimos al barco.

Pagamos a Pedro más de lo que nos había pedido y su cara era un poema, todo esto para mí, quieren que les lleve a más sitios? - nos preguntaba- no cariño, vete a tu casa que ya es hora .
Llevaba desde las ocho de la mañana, y no había desayunado y ya eran las dos de la tarde, con nosotros estuvo tres horas, según nos dijeron, más tarde le habiamos solucionado el mes, con una miseria para nosotros.



Agarramos el barco y de vuelta a Pana para comer, allí lo hicimos en la terraza del hotel, descansamos un rato y hala! a nuestras labores, ultimar compras y de vuelta al hotel a cenar y a tomar un cubatita de ron Zacapa, por supuesto en el garito de la lado.

A la mañana siguiente madrugamos como siempre porque habíamos quedado con Gerardo a las diez para ir hacia la Antigua, unos cien km, (2-3 horitas de nada)

Gerardo llegó sobre las 11,30 porque había unas retenciones de unos veinte km y entre cargar el equipaje y lo que nos habíamos ido agenciando aquellos día,pues otra media hora y ya rumbo a la Antigua.

jueves, 26 de abril de 2007

PANAJACHEL Y LAGO ATITLAN

Habíamos quedado en que a las diez saldriamos hasta Panajachel, pues bien a las seis de la mañana ya estabamos en pie de guerra y con más hambre que Carpanta,desayunamos y salimos a recorrer Xelaju y ver como era aquello de día, visitamos el centro histórico, lo que pudimos , pues al ser Jueves Santo, era fiesta y estaba todo cerrado, visitamos la Iglesia, la antigua y la nueva, había oficios religiosos y aquello era impresionante, todos los indigenas con sus coloridos trajes, con una entrega total a la espiritualidad del momento.

Estuvimos un momento y nos fuimos de tiendas, entramos en un comercio y allí dos pobres comerciantes atendiendo a nueve guiris gritones.

¡que camiseta más bonita!, pues anda que este bolso!, mira que pantalones! y estas blusas, que me decís?.

Al final nos llevamos media tienda, aquellos pobres hombres debieron alucinar, con la energía que empleamos para comprar se tuvieron que hacer una idea de lo que fue la conquista de América, que no iban a comprar, precisamente.

A la salida pasamos por el mercadillo al que habíamos echado el ojo la noche anterior y tambíen compramos una chaqueta para Victor un poncho para mí, etc.

Llegamos al hotel sobre las diez treinta, cargamos las maletas y en ruta hacia Panajachel.

La idea era visitar ese día Chichicastenango y su mercado pero el único jueves del año que no hay mercado es por jueves santo, así que no paramos y fuimos directos a Pana, no está lejos solo unos cien km, aunque allí las distancias se miden por tiempo , es decir unas dos horas y media o tres.

Comenzamos el viaje, con más bultos cada vez, lo que llevabamos al comienzo y las adquisiones últimas, ¡ bah, total que son tres horitas de nada!, una tortura total, y llegamos a panajachel a la hora de la comida, después de seguir viendo como el día anterior, todas aquellas laderas del altiplano cuajadas de las miserables casas o chabolas más bien en las que vive la población indígena, casas y más casas en aquellas empinadas laderas, con pequeñas porciones de terrerno para sembrar, a mano por supuesto, por aquellos pequeños indígenas cargados con enormes cestos a la cabeza, ellas y aquellas cargas a la espalda con una tira sujeta a la cabeza , ellos, seguidos por una reata de niños, de todos los tamaños y edades, llevando también alguna cosa.

Comimos en el restaurante ORALE, comida del país, por supuesto y la reposamos bien, porque comenzó a diluviar como el día anterior y allí estuvimos de sobremesa unas dos horitas, aliviando la tensión y la espera a base de roncito, lo de la tensión lo digo porque estabamos en la calle Santander, la calle del mercado y como jarrreaba no podíamos ir de compras, a dios gracias.

Cuando pudimos salir del restaurante nos fuimos al hotel, en el que previamente habíamos dejado ya las maletas, a descansar un ratito.

El Hotel Posada de don Rodrigo, perfecto, lindo, unas amplias habitaciones que daban a un jardín, nos comunicábamos por él, y al lago Atitlán, con un volcán al fondo.

El hotel tenía piscina, internet, unas bellos jardines, con hamacas, terrazas, un soberbio restaurante amenizado por un grupo de marimba, y un personal amable y servicial.

Después de descansar un para de horitas, salimos a darnos un paseo y al vicio, seguir comprando, telas multicolores, que lo mismo pueden servir de manta que de colcha, que de mantel, en realidad no sabemos muy bien para que sirven pero compramos varias, hamacas grandes y de una sola persona, más collares, más pulseras, pendientes, máscaras, camisetas, regalos varios y con el eimpo pegado al culo, como siempre a cenar porque a las diez cerraban la cocina.

Y allí aunque llegues primero si a las diez has cenado, mejor para tí, si no pues te lo has perdido porque a las diez es a las diez., nos quedamos sin postre (por tardones) y sin café, con lo cual nos largamos al bar de al lado que había música a tomar un cubata y ver el panorama de noche.
La verdad es que lo mismo que en Xela , allí no notabamos inseguridad, la gente andaba por las calles normalmente, como en cualquier otro sitio, no como en Guate.

Como habíamos madrugado, andabamos medio dormidos y nos largamos a la cama sobre las once, yo creo que nos estamos haciendo mayores, nosotros a las once en la cama, debemos andar enfermos.

A la mañana siguiente a las seis, y sin despertador de nuevo arriba, nos estamos convirtiendo en unos profesionales de la madrugada, hala a desayunar, luego ir al cajero a sacar pasta, solo mil quetzales por tarjeta y a visitar el lago.

El precioso lago Atitlán, lo dejamos aquí.

Esto se está convirtiendo en las mil y una noches, pero sin Scherezade ni el sultán asesino.

En cuanto pueda colgaré fotos

QUETZALTENANGO (XELA)

Empecé contando la primera parte del viaje y quedamos en que Xela era otra historia pues allá va.

Madrugón, como sería lo habitual durante todo el viaje, pero ese día, además con el cambio horario,. nuestros cuertpos estaban ya en marcha a las 3 o 4 de la mañana.

Creo que habíamos quedado sobre las 6,30 de la mañana, allá amanece a las 6h., al final bajamos a desayunar sobre las 7, y entre pitos y flautas, que si falta fulano, que si ahora no está mengano, que si los niños no han bajado que si los otros han subido , y ahora a colocar las maletas, salimos sobre las ocho o algo más, porque aunque Xela está solo a 206 km de distancia nos dijeron que tardariamos unas cinco horas, nos las prometiamos muy felices, porque calculamos bien con paradas y todo a las 2 estaremos allí, jaja, que infelices, llegamos sobre las tres , comimos y al hotel, a trasegar nuevamente con las maletas.

Nadie se puede imaginar, (solo nosotros), lo que es viajar en una furgoneta para once personas, diez con nuestras respectivas maletas una por barba por lo menos, y aun no habíamos empezado a comprar nada, pero esa mañana ya dimos el pistoletazo de salida.

Primera parada sobre las doce del mediodia, ya necesitabamos estirar las piernas, sin dar ninguna patada a los demás, mercadillo de carretera, puestos indigenas, primeros niños vendedores,

- ¡ seño, compramé!
Y las seños y los demás empezamos a comprar.


¡Mira que pulseras más bonitas!, ¡ anda, y mira que camisetas!

¡Huy, que cestos, más lindos!

¡ Fijaté que trabajo tiene esto!
- ellos, ¡joder, que nos queda mucho viaje!
Al final, primeras camisetas, pulseras, cestos, collares y todo a la furgoneta.

A ver , en donde ponemos esto que no se estropee, ponte p'allá, joer tio no te estires tanto que no entro, pon esto por ahí a ver si entra, por debajo d el asiento,
Gerardo, nuestro chofer y guia sonreía y decía, bonita compra ahora hacemos un huequito.

Comimos sobre las tres y media en un restaurante agradable y bien servido, después hicimos una pequeña visita turística por un monumento parecido a un templo griego y con la misma fuimos al hotel, descarga de las maletas en el hotel Pensión Bonifaz.

El hotel muy agradable, dejamos los bartulos y con la misma salimos a dar una vuelta, despúes de conseguir que los niños dejaran el internet, porque estaban con el mono.
¡Dios santo, llevaban un día entero sin conectarse!

Cuando salimos ya era noche cerrada, porque recuerdo que allí anochece a las seis de la tarde, con lo cual recorrimos el centro, pero era miércoles santo y ya casi todo estaba cerrado, salvo algunos comercios y algunos bares y restaurantes, tomamos unas cervecitas en un lugar lleno de pubs, un sitio muy lindo, es como un callejón, que tiene entrada y salida a dos callesy hay bares en ambos lados de dicho callejón, algunos muy cosmopolitas, enseguida empezó a acudir gente joven y en un momento se llenó, hasta que empezó a llover.

Llover, es una metáfora, aquello era el diluvio universal, la carpa del techo empezó a hacer agua y tuvimos que refugiarnos dentro del local y allí esperar después de algún mojito, piña colada, y alguna que otra bebida exótica hasta que aquello empezó a amainar y a trote tendido marchamos al hotel hechos unas sopas y con un sueño de mil demonios.

Esa noche, perdonamos la cena y dormimos como unos benditos, al día siguiente habíamos quedado con Gerardo a las diez de la mañana.

jueves, 19 de abril de 2007

VIAJE 1ª PARTE

La primera parte del viaje fue fácil, empezamos madrugando ( que fué la tónica de todo el viaje),6,00 de la mañana, llegada al aeropuerto de Parayas, dirección Madrid, vuelo sin incidencias y llegada sobre las nueve y media, menos mal que teniamos dos horas y media de espera, porque hasta llegar a la terminal en la que cogiamos(esa palabra procuraré no volver a decirla), es decir agarrabamos el vuelo para Guatemala, casi tardamos una hora.

La termninal de Santander o la de vuelos internacionales (no sabemos muy bien cual), está en el culo del mundo, embarcamos sobre las doce treinta del mediodía, hora española, salimos (entre pitos y flautas) sobre las 14,00 horas y llegamos a Guate a las 16,00 hora de Guate (es decir las doce de la noche en Eapaña).

Recibimiento de Pablo, y del chofer que nos llevaba al hotel.
Allí ya empezamos a ver los problemas con las maletas, ocho personas con lo justo (es decir, dos maletas por barba o similares.... mochilas, bolsas varias, etc)en una furgoneta para once personas sin equipaje, bueno todo se pudo arreglar.

El hotel, estupendo, suites, enfrente de la casa de Pablo, en la zona viva de Guate, cenita en De Mario, española con tortilla de patatas incluida, bien...
saludos a los colegas en un bar de copas y a dormir, porque llevábamos un porrón de horas sin dormir.

Conocimos a Virginia, y con la misma nos depedimos de ella, porque regresaba a España, a Bilbao, esperamos verla por aquí.

Al día siguiente nos ibamos a Quezaltenango (Xela), a las seis de la mañana, pero esa es otra historia

martes, 17 de abril de 2007

EL TIEMPO VUELA

La última vez que escribí faltaban once días para el viaje a Guatemala y ya hace tres que volvimos.

Ha sido toda una experiencia, mi hijo tan cambiado, con más aplomo, seguro, bronceado, charlatán y contento, con unos estupendos amigos, su familia allí, se apoyan, se cuidan, se divierten.

Que decir del viaje, nunca hubiera imaginado que Guatemala fuera tan hermoso, vegetación exuberante, lagos maravillosos, su gente tan pintoresca, mayas, mestizos, garifunas y sus niños, ...... esos niños descalzos, que trabajan desde que son capaces de mantenerse sobre sus pequeñas piernas, venden, ayudan en casa, ..... esas casas, si pueden llamarse así, a esos pedazos de hojalata que te sirven de pared y tejado.esa pobreza extrema del altiplano, esas mujeres indigenas, portando sobre sus pequeñas y fragiles cabezas esos canastos enormes, llenos de los más variados productos, sus miradas tristes, en esos rostros cansados, ajados, que se iluminaban como una luna oscura cuando sonreían............esas sonrisas.....

-seño, compreme una pulsera, un huipil, un corte, una cartera, un mantel, seño, por favor-


Los niños..... esos niños descalzos

- seño, compreme a mi....

- no , no a mi

- bueno a ella y a mí

- seño, por favor...

Correteando por nuestro alrededor, rodeándonos, apenas podíamos andar- seño, por favor- y comprábamos, una y otra y otra y muchas veces, cosas que no nos servían para nada, pero te lo pedían con esa mirada triste, en esas caras cansadas, ajadas, que se iluminaban como una luna oscura, cuando sonreían..... esas sonrisas......

Ya volvimos de la hermosa Guatemala.

Otro día hablaré, de los lugares que visistamos, de las risas, las situaciones y anécdotas jocosas, en fin relataré día a día todo lo vivido.