martes, 12 de junio de 2007

DESDE LAS VOCES DEL SILENCIO

Hoy escuché por la radio, que había sido asesinada otra mujer y van treinta y cinco, otra mujer más, asesinada por quién dice quererla, o mía o de nadie, otra mujer menos,........ pero aun quedamos muchas para demostrar a esos monstruos que no van a poder doblegarnos, que en un siglo, nosotras hemos avanzado lo que ellos no han conseguido en muchos siglos de luchas, entre hombres, (eso sí, llevandose por delante todas las mujeres que podían), pero que recuerden, somos más y empezamos a estar preparadas, y ya no les tenemos miedo y además vamos a poder con ellos, que se vayan preparando, no van a conseguir humillarnos por más tiempo.

Escuchando esta noticia recordé un poema de Blanca Ortiz, que quiero dedicarles:

Nunca fue Amor
doblegar mi dignidad
por las espaldas
ni partirme la mirada
en las esquinas
sollozando el miedo y la ternura
en cada grieta
del alma que socavas.

No le llames Amor
si es angustia
la que siembras, sin tregua,
en mis estancias
si es dolor
quien recorre mis venas,
como estacas de fuego
que me abrasan
queriendo consumirme
en las cenizas.

No es Amor
adueñarte a cincel
de mis sueños,
cercenando
en negativos los azules,
son mis recónditos
resquicios de ser libre,
son mi último
baluarte malherido.

No es Amor.
Nunca fue Amor
lo que me diste;
despedazada en tu presencia
para comprobar que existes.

En mi sufrir te alimentas,
con mi terror te acrecientas.
Soy tu reserva de vida
por eso me reconstruyes
a tu medida perfecta.

La necesidad no es mía,
mi dignidad no está muerta,
sólo rota y macilenta
pero yo seré Ave Fénix
engarzada en cielo abierto.

Necesito respirar,
acompasar mi sendero,
despertar mi corazón
amordazando los miedos,
escapando del vampiro
que me absorbe los alientos.

Yo me iré lejos, muy lejos
a ventilar las heridas
a la orilla de la mar,
entre su arrullo materno
y el resquemor de la sal,
iré curtiendo mi vida,
l,e bordaré las puntillas
a fuerza de voluntad.

Aprenderé a dibujarme,
a descubrir poco a poco
mi universo en libertad,
a retomar las distancias
a proyectar los posibles,
a disfrutar de lo mío,
confirmar que sí es verdad
que desde dentro me fluye
cual manantial imparable
el aroma de la vida
deseosa de sí misma.

Este es mi espacio y mi tiempo
y... ¡El momento de mi dicha!

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