sábado, 19 de mayo de 2007

RECUERDOS

Hace tiempo, tuve un amigo, un compañero de instituto, con el que aun me veo de vez en cuando y seguimos manteniendo una buena amistad, cuando nos encontramos hablamos de muchas cosas , de compañeros de entonces, de profesores, en especial de uno de ellos, el profe de literatura, ROMAN, así con mayúsculas, el tuvo más relaciónn que yo pero para mí siempre será mi profesor preferido, como profesor y como persona, por desgracia Román ya no está con nosotros.

Este amigo se llama Luis Tamargo y siempre ha sido un ser muy especial, sensible, poeta, recitaba como pocos, no se me olvidará una obra de teatro leido de las varias que hicimos con ese profesor, se titulaba Las manos de Euridice, Luis era el único actor, y la verdad, se pponían los vellos de punta, era una preciosa historia de amor dramático, y con diecises o diecisiete añós, que amor no es dramático.

Hace tiempo , Luis me dijo que había publicado un libro de poemas, me ragaló un ejemplar y como no, su dedicatoria iba dirigida a Román, queirdo profesor y amigo así como a Alejandro, su hijo.

Aunque no le he pedido permiso voy a reproducir un par de poemas de su libro, creo que no le importará, la proóxima vez que le vea, se lo comentaré.

SIEMPRE, HIJO

Te diré que adelante.
El atrás y el futuro se trabajan en el día.
Se forman como el barro, con mano artesana.
Y la obra se vive antes de concebirla.
Luego, el artista se recrea y disfruta,
pero sigue adelante.
El miedo,, la confusión, la duda y el error son
los enemigos del viaje.
Si alguna vez el miedo te hace parar, no temas:
meditar y la reflexión son necesarias
para reanudar la marcha.

Si la confusión te desorienta y tropiezas
en la duda más de dos veces,
para doblar tu rodilla en la zanja del error,
levanta, hijo, cuidado!
Te diré siempre: sigue adelante, siempre, hijo!!!.




SUEÑO


Junto a mi ventana
un candil encendido.
Cuando llega la noche
lo prendo para que no te pierdas.
Así prendo el recuerdo de tu luz
para retar a las estrellas del cielo.

Destellos de luna
rocían el campo dormido.
Simiente de vida planté
con mano amorosa.
En mi ventana,
sueño cosechas de estrellas.

Junto a mi candil,
le cuento a la luna historias
para que no te pierdas.


Gracias, Luis, por ser mi amigo y seguir escribiendo tan hermoso, no pierdas nunca esa expresión serena de tu rostro y que la vida no te haga perder tu ternura.

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